Al calor de una taza de café han sido muchos los escritores y filósofos que se han sumergido en el viaje de plasmar en un papel sus ajetreados pensamientos. Jean Paul Sartre, Hans Christian Andersen o Freud son algunos de los nombres que apostaron por tomar el pulso a la calle convirtiendo en improvisadas oficinas las cafeterías que frecuentaban. Son los conocidos como cafés literarios europeos.
Hervidero de cultura, de pensadores y de talento, Europa y sus principales capitales mantiene al pie del cañón diferentes cafés literarios que se han convertido con el paso de los años en todo un reclamo turístico para quienes disfrutan de los libros o buscan la inspiración siguiendo la estela de los grandes maestros de la escritura.
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Hablar de lugares en los que las letras son las protagonistas obliga a poner rumbo a París, en concreto al Café de Flore. Sus colores rojos y el verde fresco de su terraza son parte de las fotografías de cientos de visitantes a esta ciudad que no han querido perder la ocasión de llevarse un recuerdo de esta cafetería, en la que pasó largos momentos de su vida Jean Paul Sartre. Un punto que hoy sigue siendo clave para quienes disfruten de la filosofía y las tertulias.
Hablar de cultura del café y afición a esta bebida sitúa en Italia otro de sus referentes. Roma ofrece múltiples cafeterías literarias con las que la ciudad pelea por mantener vivo ese espíritu curioso, observador e imaginativo que rodea al mundo de la escritura.
En esta lista de escenarios populares, el Café Greco no podía faltar. Este rincón buscado por muchos talentos de la creación literaria y audiovisual tuvo entre su clientela, desde que abriera sus puertas allá por 1760, a nada más y nada menos que grades del oficio como Orson Welles o Hans Christian Andersen, quienes día a día dieron forma a sus obras entre tazas de café.
Sin deshacer las maletas no es una mala opción continuar esta ruta creativa por Europa dirigiéndose a Austria para descubrir la majestuosa Viena. Cargada de historia y de momentos de gran intensidad, este escenario cuenta con otra de esas cafeterías mágicas e inspiradoras como es el Café Central.
Cerrado tras la Segunda Guerra Mundial este lugar tranquilo y de corte un tanto burgués, que comenzó a servir diferentes tipos de café en la ciudad en 1860, ha sido la más frecuentada oficina de músicos, escritores y artistas de diferentes disciplinas.
En las mesas de este espacio cuidado al detalle compartían tertulias, relatos y partidas de ajedrez nombres más que conocidos de la historia y el pensamiento europeo como es el caso del médico y padre del psicoanálisis, Sigmund Freud.
Yo escribí en su dia sobre Le Cafe de Foy, que es el mas emblematico http://www.notasalmargen.net/2013/03/le-cafe-de-foy.html